Ahí se quedaba, en la cama, como un parapléjico. Eso no hacía más que hacerlo sentir más patético. Sí fuera un lisiado al menos habría excusa. La suya era una parálisis mental. Se consideraba un tarado. Su vision de si mismo era la de un estorbo, un inútil mediocre.
Ese era su más difícil desafio: levantarse de esa apestosa cama en la que se quedaba como postrado, convaleciente de una mente débil y llena de complejos que lo deprimían hacía un pozo sin fondo en su propia mente.
Todo ese esquema de si mismo no existía mas que en su mente. El pozo estaba en su craneo. Sin embargo su existencia sería mas justificable dentro de un pozo para lo que hacía, o mejor dicho, dejaba de hacer.
Como dije, ahi se dejaba estar. Postrado en la cama. Lo único que podía hacerlo levantar era la necesidad de ir al baño, porque ni el hambre lo hacia levantar. Estaba acostumbrado a esa sensación de vacío en su estómago croante. Raras veces se hacía algo mas elaborado que un sandwich, la mayoria de veces ni eso. Su flacura era evidencia del estado de dejadez en que se encontraba de sí mismo.
Patética existencia irremontable, se decía a si mismo mientras giraba en la cama.
Feliz semana y gracias por tu comentario en mi blog.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.