lunes, 19 de octubre de 2009

Prepararse para agradar. Así se abría el telón todos los días... Con el show del aparentar. Mirarse al espejo por las mañanas, respirar hondo mientras se recuerda el libreto y montar el espectáculo de la farsa. Este teatro cotidiano era el día de hoy tan antiguo en su vida que ya se lo creía real, creía ser el propio personaje. Ella misma había sido engullida por su propio montaje. Había perdido toda espontaneidad. Como un perro de Pavlov se fue condicionando por la sonrisa de los demás a través de estos años. Se fue moldeando tomando como guía la aceptación de los demás y el rechazo de otros también. No hay nada mejor para sentirse mas cerca de algunas personas que distinguiendose de otras. Se vestía pavlovianamente, hablaba pavlovianamente y escuchaba la musica, miraba las películas y leía los libros que bajo su condicionamiento harían desfilar las sonrisas que ella tanto necesitaba para sedar su dolor. El dolor de no ser aceptada, de no ser amada, admirada, de no ser nadie, de ser común, de ser lo que ella era.
Se desvío así de su verdadero yo. Todo el tiempo afectando su personalidad para dibujar en el conciente de las demas personas una personalidad interesante, inteligente y diferente.
Rodeada de un montón de otras personas farsantes. Todas tratando de que los rayos del sol se reflejen sobre ellos de manera diferente a los demás. Eran todos unos patéticos imbésiles encerrados todos en el misma sala de teatro. Eran todos unos artistas, suprimiendose, reprimiendo su escencia. Buscando la felicidad a través de la aceptación y reconocimientos de otros tantos necesitados. Oh! que interesante eres!, Oh! que inteligente!, oh! qué original! Cuanta personalidad! Esas expresiones eran sus premios, sus medallas doradas.
Con cada una de ellas se iban anestesiando cada vez más. Si tan solo fueran ellos un solo día... si dejaran las mascaras en las casas... Seguramente encontrarían gente que los quisiera como son.

1 comentario: