viernes, 24 de diciembre de 2010

Tuve un sueño que me remontó al pasado. Me remontó a la época en que era muy muy chico en donde iba a la casa de mi a abuela. Mis papás trabajaban y me dejaban con ella pasando las tardes hasta que me recogían entrada la noche. Recuerdo que me cocinaba galletitas y me lo pasaba bien. Mi abuela era muy buena conmigo y hoy me doy cuenta de que era muy inteligente, culta y de modales delicados, si bien no era una mujer que tuviera problemas en arremangarse y ensuciarse de una manera divina.
Así que yo me la pasé con ella muchas tardes. Vagaba por toda la casa que tenia jardin, comedor y demás. Pero la habitación que con mayor encanto recuerdo es aquella biblioteca que tenía. Era una habitación dedicada solamente a sus libros y lo necesario para leerlos comodamente. Tenia un sillón muy bonito con una mesita al lado que terminaba a la altura justa como para dejar un té y tenerlo a disposición. También había una lampara de pie dispuesta detrás del sillón para que le iluminara el libro sin que le diera la luz en la cara.
Dentro de esa biblioteca me pasé algunas tardes.
La cuestión es que soñé con este cuarto. Soñé con la biblioteca.
La biblioteca era una habitación mediana que se encontraba totalmente tapizada de libros exceptuando un tramo que dejaba el espacio para abrir una ventana hermosa. En este sueño la ventana se encontraba abierta en un tibio día otoñal y entraba una luz suave y fresca. Rodeado de estas bilbiotecas me eché a dormir en una alfombrita que había en el centro de la habitacion a los pies del sillón. Recuerdo que dormitaba, pero podía sentir que mi abuela estaba leyendo es voz alta sentada en este sillón.
Y contaba una historia mas o menos asi...
Qué será de ella? Tengo recuerdos ya vagos de algunas cosas que habiamos hecho juntos.
Pero sigue firme el sentimiento que sentí. Es tan raro... nunca fuí tan incondicional. A veces me siento ridículo, porque sé que en el fondo debió ser alguna especie de idealización que no pude destruir. Sé que ella no fué lo mejor que me pudo pasar en la vida, sé que ella no fué la mujer mas hermosa, ni la más graciosa... Sé que ella no debe ser la mujer mas ingeniosa del mundo y sé que su boca sonriente no es una maravilla mundial, sé que seguramente la idealicé, que me dejé llevar por una extraña fuerza que no era sana, pero qué raro, si bien tengo la seguridad de que ella no era fué todo eso, no consigo dejar de sentir que sí.

martes, 20 de octubre de 2009

Sin aviso

Levantándose en silencio cruzó el salón. Unas cuantas personas lo vieron, otras ni se enteraron. A ella le pareció raro. Notó algo siniestro, imperceptible, sutil y fugaz en él. Como la sensación de un sueño sin un significado aparente.
Con ese cosquilleo detrás de sus orejas lo vió cruzar el salón hacia la salida. A través del ojo de buey de la puerta pudo ver su perfil mientras la cerraba.
Ese fue la última imagen que tuvo de él. Nunca más lo volvió a ver.

lunes, 19 de octubre de 2009

Prepararse para agradar. Así se abría el telón todos los días... Con el show del aparentar. Mirarse al espejo por las mañanas, respirar hondo mientras se recuerda el libreto y montar el espectáculo de la farsa. Este teatro cotidiano era el día de hoy tan antiguo en su vida que ya se lo creía real, creía ser el propio personaje. Ella misma había sido engullida por su propio montaje. Había perdido toda espontaneidad. Como un perro de Pavlov se fue condicionando por la sonrisa de los demás a través de estos años. Se fue moldeando tomando como guía la aceptación de los demás y el rechazo de otros también. No hay nada mejor para sentirse mas cerca de algunas personas que distinguiendose de otras. Se vestía pavlovianamente, hablaba pavlovianamente y escuchaba la musica, miraba las películas y leía los libros que bajo su condicionamiento harían desfilar las sonrisas que ella tanto necesitaba para sedar su dolor. El dolor de no ser aceptada, de no ser amada, admirada, de no ser nadie, de ser común, de ser lo que ella era.
Se desvío así de su verdadero yo. Todo el tiempo afectando su personalidad para dibujar en el conciente de las demas personas una personalidad interesante, inteligente y diferente.
Rodeada de un montón de otras personas farsantes. Todas tratando de que los rayos del sol se reflejen sobre ellos de manera diferente a los demás. Eran todos unos patéticos imbésiles encerrados todos en el misma sala de teatro. Eran todos unos artistas, suprimiendose, reprimiendo su escencia. Buscando la felicidad a través de la aceptación y reconocimientos de otros tantos necesitados. Oh! que interesante eres!, Oh! que inteligente!, oh! qué original! Cuanta personalidad! Esas expresiones eran sus premios, sus medallas doradas.
Con cada una de ellas se iban anestesiando cada vez más. Si tan solo fueran ellos un solo día... si dejaran las mascaras en las casas... Seguramente encontrarían gente que los quisiera como son.

lunes, 12 de octubre de 2009

Se despertó después de haber dormido 14 horas, sin embargo se sentía cansado. Muy cansado. Tardó mucho tiempo antes de sentirse completamente despierto. Siempre le pasaba lo mismo: se sentía embotado. Sus oídos escuchaban como si estuvieran llenos de agua, sus ojos hinchados le picaban y la garganta estaba seca despues de dormir tanto tiempo con la boca abierta. Eso era básicamente lo que hacía, sentirse una piltrafa. Se quedaba ahí en la cama por un buen rato. Siempre era así, todas las tardes era así. Digo todas las tardes porque hacía mucho tiempo que no se levantaba a la mañana. La energía del sol de la mañana era un vago recuerdo de su niñez cuando iba al secundario. Nunca mas se volvio a levantar a las 6 am. Ahora sus mañanas comenzaba a las 4 de la tarde. Tardes de invierno nubladas con poco sol y mucho frío, mucha soledad.
Ahí se quedaba, en la cama, como un parapléjico. Eso no hacía más que hacerlo sentir más patético. Sí fuera un lisiado al menos habría excusa. La suya era una parálisis mental. Se consideraba un tarado. Su vision de si mismo era la de un estorbo, un inútil mediocre.
Ese era su más difícil desafio: levantarse de esa apestosa cama en la que se quedaba como postrado, convaleciente de una mente débil y llena de complejos que lo deprimían hacía un pozo sin fondo en su propia mente.
Todo ese esquema de si mismo no existía mas que en su mente. El pozo estaba en su craneo. Sin embargo su existencia sería mas justificable dentro de un pozo para lo que hacía, o mejor dicho, dejaba de hacer.
Como dije, ahi se dejaba estar. Postrado en la cama. Lo único que podía hacerlo levantar era la necesidad de ir al baño, porque ni el hambre lo hacia levantar. Estaba acostumbrado a esa sensación de vacío en su estómago croante. Raras veces se hacía algo mas elaborado que un sandwich, la mayoria de veces ni eso. Su flacura era evidencia del estado de dejadez en que se encontraba de sí mismo.
Patética existencia irremontable, se decía a si mismo mientras giraba en la cama.

domingo, 13 de septiembre de 2009

Siempre había gozado de un gran éxito con las mujeres, pero había conocido al amor de su vida y el siempre fue un hombre respetuoso y por lo tanto nunca la traicionó con otra. Era un hombre muy reconocido dentro de su profesión de doctor por lo que también tenia mucho miedo de que se diera a conocer que le traicionaba. Delirios paranoicos básicamente fundados en montones de historias de gente que conocía donde por una manera u otra el hombre o mujer engañado se enteraba y todo se iba al carajo. Por otro lado tambien tenia a 2 hijos que quería verdaderamente mucho y no soportaría destruir la imagen de hombre ejemplar que había creado con tanto esfuerzo para ellos. Porque cuento esto? porque la mujer no lo satisfacía. Habiendo pasado los años la relación se fue tornando verdaderamente fría y sin sentimientos, se podría decir que estaban juntos nada más por una cuestion de costumbre, por los hijos o vaya a saber uno por cual estúpida y superficial razón burguesa que mutuamente querían mantener ya sea en el club de tenis o el de yates.
Ella le era totalmente infiel. Tenía varios amantes por lo que no hace falta aclarar que en ese aspecto ella se lo tomaba mucho mas a la ligera que el pobre desgraciado que iba acumulando esperma, ya fuera de sus testiculos abarrotados de él, en su cerebro que empezó a dar señales de problemas de control. Primero estaba perdiendo realmente un poco la concentración, luego pasó a volverse un mirón con sus compañeras de trabajo. Primero a las perras estilizadas y armadas con horas de gimnasio para luego simplemente calentarse con cualquier enfermera deshecha y horripilante. Luego pasó a ser un poco molesto y toquetero. Se dió cuenta que su lascivia estaba llegando a niveles inmanejables. De más está decir que se masturbaba, pero ya a esa edad la propia mano no es suficiente y seguía caliente el resto del día. Incluso a veces era peor, quedaba mas caliente antes de habersela hecho. Necesitaba carne, tetas, culo, orificios que rellenar, fluidos para enchastrarse. Pero sus temores eran mas fuertes que él y la represión que se imponía se estaba volviendo insoportable. Varias veces pensó en ir al prostibulo de la cuidad, pero ya sabía que se encontraría con más de algún imbésil que no tardaría en hacer correr la vos de lo putañero que se estaba volviendo el doctor. Cómo el gran Dr. Calderón, genio de la cirugía cerebral, icono de la ciudad podía andar de putas con la hermosa mujer que tenía y con el decoro que debía imponer ser el padre de esos excelentes y destacados hijos de la comunidad de su barrio privado.

lunes, 31 de agosto de 2009

6:30 sonó el radio-despertador. Apretó el boton "snooze" que le permitiría dormitar por 10 minutos más antes de empezar la faena. Se dío la vuelta y haciendoce un bollito mientras movía los piecitos para sentir la suavidad de las sábanas, siguió durmiendo. 6:40 se encendió la radio nuevamente dejando escuchar la voz de un periodista que daba malas noticias. Mientras se ponía de pie pensaba en lo fastidioza de la noticia y lo lastimoso que era que las personas anduvieramos tan locas por la calle. Apagó la radio. Se dirigió a la cocina y encendió la otra radio que tenía al lado del tostador. Abrió la heladera y sacó pan, leche y puso a calentar el agua. Buscó el celular para ponerlo a cargar y pudo ver que ya tenía dos mensajes de texto. 1 era del trabajo y el otro de un compañero tambien del trabajo que le pedía que no se olvidase de devolverle el libro que le había prestado. Pensó que era un idiota porque no se lo había prestado hace tanto y ni tiempo de leerlo había tenido, así que mejor devolverselo para que no siguiera molestandola con su devolucion. Se preparo el desayuno con café y tostadas y lo comío mecanicamente mientras la radio daba más malas noticias y auguraba un pésimo día de lluvia. Miró por la ventana y efectivamente ya había empezado a llover. Era un espantoso día de otoño, gris, húmedo y triste. Se veía a la gente en la calle disputandose los paraguas con el viento y un tránsito pesado lleno de taxis. Murmuró una blasfemia, porque el auto estaba en el taller hace 2 semanas y todavía la tenían con vueltas. "mañana llega el repuesto" era lo que le venían diciendo desde el primer día. Ahora tendría que luchar contra toda la ciudad por un taxi roñoso y con el tráfico que se veía seguramente llegaría tarde. Ya se imaginaba la cara de su jefe regañandola.
Se duchó y una vez fuera de la ducha se pintó, cambió y salió a la calle. Abrió el paraguas y con el primer paso fuera del departamento piso una baldosa suelta que alvergaba debajo un escupitajo de agua negra que le fue eyaculada en la otra pierna. Pensó en volver y cambiarse, pero ya era bastante tarde como para perder más tiempo.